
Educación informal en tierra de nadie
El negocio sin control de los institutos de formación de terapeutas complementarios
Certificaciones sin reconocimiento, docentes sin competencias suficientes y cobros de altas sumas de dinero por formaciones educativas que carecen de formalidad y respaldo científico, son parte de la realidad de los institutos de terapias complementarias. Profesionales de la salud coinciden en que estas instituciones no reciben fiscalización ni regulación por parte de los organismos públicos competentes, lo que ha generado, dicen, un ambiente ambiguo y con malas prácticas. Mientras tanto, los estudiantes quedan sin respuestas a sus reclamos y vacíos educativos.
En 1992, el Ministerio de Salud, bajo el mandato del entonces ministro Jorge Jiménez de la Jara, dio el primer paso para una regulación nacional de las terapias complementarias. “Unidad de Medicina Tradicional y Otras Prácticas Médicas Alternativas”, fue el nombre del organismo que impulsó el uso de un nuevo modelo de sanación natural, distinto a la medicina occidental ya conocida en el país.
Desde ese momento ya han pasado 28 años y, progresivamente, se ha presentado un continuo interés de personas que desean acceder a esta serie de prácticas no convencionales. Esto ha permitido que, con el tiempo, se haya ampliado la oferta de centros interesados en formar terapeutas complementarios. A pesar del aumento de institutos técnicos y centros informales que ofrecen carreras y diplomados del área, todos ellos funcionan bajo un marco regulatorio educativo débil, sin ningún tipo de fiscalización sobre los conocimientos y destrezas que debieran tener sus estudiantes y con el continuo debate sobre la falta de evidencia científica en las disciplinas que se practicarán con futuros pacientes.
Durante los últimos cinco años, parte de los alumnos de estos centros han apuntado a la mala calidad del servicio educativo, malestar que ha llevado a que algunos de ellos ingresen denuncias en el Servicio Nacional del Consumidor, única institución a la que pueden recurrir con la esperanza de encontrar una respuesta capaz de satisfacer sus demandas.
De acuerdo con la información obtenida a través de una solicitud por Ley de Transparencia al Servicio Nacional del Consumidor, entre el 2015 al 2020 se registra un total de 86 denuncias contra centros de formación de terapeutas complementarios en Chile. (No es posible cuantificar el universo total de institutos que ofrecen cursos de terapias complementarias a nivel nacional, ya que la mayoría de estos centros funcionan informalmente).
Este último año y a raíz de la pandemia, los centros de formación de terapeutas complementarios han encontrado en internet la vía para cautivar a los alumnos, ofreciéndoles cursos a través de plataformas digitales y con la promesa de “convertir la crisis en una potente oportunidad de crecimiento personal y profesional” (sic), se podía leer, por ejemplo, en el sitio del Colegio de Terapeutas. Pero no solo ofrecen estudios rentables, sino que también se les ilusiona con la idea de que con la certificación obtenida podrán incorporarse a trabajar en el sistema público de salud.
Alumnos de cuatro de estas instituciones dedicadas a impartir carreras, cursos y diplomados en terapias complementarias, coinciden en que la calidad y la formalidad de la enseñanza en estas pseudociencias está puesta en duda.
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Un problema estructural
Hace 90 años, cuando la medicina y la química eran ramas empleadas con tecnología limitada y ejecutadas con procedimientos arcaicos que no permitían mayores ensayos clínicos en pacientes, se facilitó la proliferación de enfermedades físicas y psíquicas que en su mayoría ponían en peligro la seguridad de quienes no tenían dinero para acceder a una mejor atención. Esta fue la oportunidad clave para una empresa pionera, el laboratorio francés Boiron, que creó un modelo de negocio al alcance de todos, con una teoría que décadas atrás había surgido de parte de doctores que estudiaban una medicina especulativa y de dudosa eficacia. La comercialización de sus productos fue exitosa y, hasta hoy, Boiron sigue liderando una industria millonaria de fabricación de medicamentos homeopáticos en todo el mundo, esto a pesar de que hoy se sabe que su eficacia en la salud es completamente infundada.
Forma parte de una de las propagandas de salud natural más antiguas del mundo, la homeopatía es practicada por médicos e incluso por aficionados que creen firmemente en su efectividad. Su creador, Samuel Hahnemann nunca pensó que luego de 200 años su sistema de terapia alternativa seguiría imperante, alcanzando gran popularidad fuera de Europa y logrando cautivar a millones de personas con la idea de que pequeñas cantidades de ingredientes activos diluidos en grandes proporciones de agua lograría ser efectivo para el control de diversas enfermedades. El sistema se presenta como un supuesto tratamiento libre de riesgos adversos y con una atención individualizada y centrada en el paciente, una teoría que continuamente es desestimada por la comunidad científica, ya que, al diluir estas pequeñas cápsulas hasta proporciones infinitesimales, permite que finalmente no contengan ni una molécula del supuesto agente sanador.
Pese a que la terapia homeopática nunca ha logrado demostrar una efectividad mayor al placebo, la legislación y regulación de esta medicina alternativa llegó a Chile en 1941 de la mano del Ministerio de Salud (Minsal), denominando a sus practicantes como “auxiliares de la salud” y trayendo consigo facultades para ejecutarlo en el servicio de salud público y privado.
Su eficacia terapéutica resulta inexplicable y aún más quienes se dedican a enseñarlo, ya que no existe un título académico oficial de homeópata en el país. Esto significa que la mayoría de los especialistas son autodidactas, incluyendo a los profesionales de la salud que lo practican, tales como médicos, enfermeros o nutricionistas. Sin embargo, esto no solo pasa con la homeopatía, sino también con la mayoría de las terapias que ofrece el organismo estatal público.
“Es un fenómeno super nocivo, que alguien vaya a entregar prestaciones de salud para las cuales no hay una institución educacional que cuente con las mínimas condiciones es algo condenable. El Ministerio de Salud tiene una labor ahí”, sostuvo Roberto Estay, ex presidente del Departamento de Políticas de Salud y Estudios y actual consejero nacional por Santiago en el Colegio Médico.
Según el Minsal, su interés por empezar a regular el empleo de las prácticas médicas alternativas en el país surgió a raíz de la estrategia que inició en 2002 la Organización Mundial de la Salud, la que entre sus objetivos impulsó a los gobiernos a “reconocer la contribución de estas disciplinas a través de políticas y programas nacionales”. Fue precisamente eso lo que motivó que, tres años después, el Gobierno chileno promulgara una regulación acerca del ejercicio de las terapias complementarias (pinchar el link para encontrar anotaciones), donde estableció diversos puntos que permitirían, progresivamente, la inserción de esta materia en el sistema público de salud, entre ellos, el más importante, la inclusión de los acupunturistas, homeópatas y naturópatas al Registro Nacional de Prestadores Individuales de Salud.
El reglamento, que forma parte del Código Sanitario, fue el eslabón que permitió el desarrollo de las circunstancias en que se encuentra hoy el país con respecto a esta materia.
Abajo se puede apreciar una línea de tiempo sobre la inserción de las terapias complementarias en Chile.
A pesar de que hasta la fecha existen solo tres terapias reguladas en Chile, son muchas las que forman parte de la gran lista de disciplinas de tratamiento de salud complementario, siendo incluso considerado por algunos como un tratamiento alternativo a la medicina convencional; sin embargo, vale aclarar que, en su mayoría, estos no cuentan con aprobación ni comprobación científica de resultados verificables en la salud. (A continuación, se presenta una imagen interactiva con una breve descripción de algunas de las terapias más usadas)
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El continuo énfasis de la cartera de salud por insertar la medicina complementaria a la red de salud pública del país, trajo también consigo un interés formativo y educacional por parte de personas que ven en esto una oportunidad de surgir monetariamente a través de técnicas terapéuticas no convencionales en la salud de futuros pacientes, lo que finalmente terminó con la proliferación de estudios formales e informales en la materia. No obstante, pese a que actualmente se encuentran en trámite siete proyectos que buscan legislar dichos tratamientos, ninguno de ellos profundiza sobre una regulación que controle la enseñanza de aquellas que sí están avaladas y/o reconocidas por las autoridades de salud, de las que no tienen evidencia alguna de sus resultados en pacientes, tales como el biomagnetismo o las flores de Bach.
Al respecto, el médico y miembro de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, Ricardo Celis, argumentó que debiera existir un proceso de certificación nacional obligatorio de terapeutas complementarios, ya que “la formación de estas personas es muy heterogénea, hay alguno que son en centros bastante calificados y otros que no (…), entonces se debiera ir regulando en todos los aspectos, fundamentalmente en lo que tiene que ver con las certificaciones, la acreditación, la formación y el control del prestador”.

Sin reconocimiento oficial
En base a búsquedas realizadas en Google, se hallaron al menos 20 centros no regulados en Chile que imparten estudios informales de terapias complementarias, esto según revisiones al ingresar frases como “diplomados en terapias complementarias” o “carrera de terapias naturales”. Pero, al no ser instituciones legalmente constituidas como centros educacionales, la realidad es que no se puede establecer un número exacto del total de entidades que hoy están ejerciendo.
A pesar de que algunos de ellos, como el Instituto Nacional del Conocimiento, se refugian bajo la Norma Chilena de Calidad para Organismos Técnicos de Capacitación (OTEC), NCh 2728, esta certificación no es válida para ejercer dentro de áreas que dicen guardar relación con la salud, como la acupuntura, homeopatía o naturopatía, especialidades que están legalmente reguladas en el país.
Dentro del decreto que regula el “Ejercicio de las Prácticas Médicas Alternativas como Profesiones Auxiliares de Salud”, se menciona en el Artículo 6° que solo podrán ejercer como terapeutas complementarios “quienes cuenten con títulos otorgados por instituciones de educación superior tales como universidades, institutos profesionales o centros de formación técnica”.
Pese a que en Chile se cuenta con esta regulación desde 2005, ésta no ahonda en antecedentes concretos en cuanto a las competencias del perfil de egreso, líneas de formación que estructuran el plan de estudio o la obligación de impartir asignaturas de salud pública, esto por las garantías que dan a sus estudiantes ciertos centros de formación técnica o institutos reconocidos por el Ministerio de Educación, para ejercer dentro de equipos de salud en establecimientos públicos.
Pero los problemas en cuanto a la calidad del servicio no solo se dan en los centros de educación informales, sino que también en aquellos que sí entran en la normativa vigente de instituciones de educación superior reconocidas.
Así lo confirmó Lidia Díaz, quien en 2018 fue estudiante de la carrera de Técnico en Salud y Terapias Naturales en el Centro de Formación Técnica del Medio Ambiente IDMA, que cuenta con sedes en Buin y Santiago Centro.
El hecho de que IDMA se encontrara reconocido por el Ministerio de Educación, que tuviera un reglamento interno de aseguramiento de la calidad y que, además, contara con un atractivo video del proceso de admisión que hacía suponer un campus ideal, motivó a Lidia a buscar información para matricularse en la carrera que llamaba su atención. Menciona que todo se veía “muy prestigioso, todo muy verde, muy ecológico, además llevaba varios años funcionando y estaba acreditado, eso da la seguridad de que parece ser un lugar serio, por eso decidí entrar”. La carrera, en ese entonces y hasta hoy, tiene una duración de cinco semestres con modalidad diurna y vespertina. Díaz comenta que el arancel se mantenía alrededor de $1.800.000 al año y que ella cancelaba $171.000 mensual.
Lidia inició sus estudios con normalidad en marzo, hasta que empezaron a surgir las primeras luces que le hicieron dudar de su permanencia en el instituto. “Faltaban materiales para ramos de primeros auxilios y en las pruebas de inyectar no teníamos jeringa, ni algodón, ni alcohol. Las prácticas de los cabros de terapia floral consistían en captar gente en las calles y debían atenderlos en los espacios comunes del edificio, entonces había gente fumando y echando la talla, mientras el compañero al lado atendía a una paciente que acababa de encontrar en la calle”, mencionó.
Luego de que mantuviera su permanencia en dicho lugar por un año, optó por probar en otro sitio que ella creía le daría mayor seriedad y calidad a su formación como terapeuta natural. Fue así como llegó al Instituto IP Chile, pero lamentablemente la situación no fue muy distinta a la anterior. “Nos quedaron debiendo muchas horas lectivas y de práctica, además el proceso de titulación fue un chiste. Di mi examen de grado y quienes nos evaluaron fueron el jefe de carrera, la secretaria y un dentista que nada tiene que ver con terapias naturales”, dijo.
Para Juan Carlos Larenas, psicólogo y especialista en materias de educación superior, es necesaria una regulación específica en la formación de terapeutas complementarios, tanto en la educación informal como también en los institutos que sí están acreditados. “Se desconoce realmente cuáles centros imparten con mejor calidad ciertas terapias que otros, eso hoy no lo sabemos, queda por así decirlo a la buena de lo que me dijeron, de lo que me recomendó tal persona, pero no por un sistema estandarizado”, aseguró el docente.
En Chile la verificación y el aseguramiento de la calidad en el sistema de educación superior es un proceso voluntario que realizan los centros educacionales autónomos. Según información obtenida por la Subsecretaría de Educación Superior a través de Ley de Transparencia, en 2020 se sometieron seis instituciones a este proceso de regulación educacional, quienes hoy ofrecen carreras técnicas en diversas áreas de la medicina complementaria, contando con estudios como “Técnico Superior en Salud Natural”, “Técnico en Enfermería y Terapias Complementarias” o “Naturopatía y Terapias Naturales”. Entre las instituciones más conocidas se encuentran el Instituto Profesional IPG, Instituto Profesional de Chile (IPC), Instituto Profesional Los Leones y el Centro de Formación Técnica del Medio Ambiente (IDMA). Es necesario aclarar que ninguno de estos programas de estudio cuenta con un estándar de calidad verificado, sino que son los establecimientos que los imparten quienes tienen una acreditación en nivel básico, esto en gestión institucional y docencia de pregrado.
No obstante, la capacidad pedagógica y la incertidumbre de las competencias del perfil de experto de los profesores es un problema que no solo se presenta en el centro donde cursó sus estudios Lidia.
Ignacio Sepúlveda, luego de haber egresado hace un mes como psicólogo, en septiembre decidió empezar a buscar diplomados en un área que no es muy común dentro de su campo, pero que siempre llamó su atención. Su interés estaba más bien alejado de la ciencia, quería especializarse como terapeuta holístico, agrupando el estudio físico, mental y espiritual del ser humano.
Al no ser una práctica mayormente reconocida, los centros que la imparten son muy reducidos, pero por la recomendación de una amiga finalmente llegó al Instituto Humanista Transpersonal, ubicado en La Reina. Debido a las restricciones de aforo y a los riesgos de contagio por Covid, en ese entonces el instituto y todos sus cursos se mantenían con clases virtuales. Ignacio encontró una gran oportunidad en estas aulas a distancia, ya que actualmente reside en Tomé, a varios kilómetros de la sede principal, por lo que no le dio más vueltas y se contactó con el centro para matricularse y realizar el pago del Diplomado en Psicología Humanista Transpersonal.
Esta formación cuenta con una extensión de 18 meses, donde cada mes se desarrolla un seminario que se divide en dos sábados. Cada curso tiene un valor de 95 mil pesos, lo que sumado sería un total de $1.710.000 por toda la extensión del diplomado.
Le enviaron los datos de transferencia a través de la red social Instagram y, entusiasmado, pagó el total de un seminario. Admite que no buscó mayores referencias de la institución con la que se estaba involucrando, pero al realizar el pago le enviaron un documento que le causó desconfianza: “Ahí solo estaban los títulos de los seminarios, cada una de las temáticas, pero no salían los profesores, ni tampoco las fechas”. Además, mencionó que “yo pagué mediante transferencia, pero no me enviaron ningún recibo ni nada, solamente me dijeron ‘listo, estás inscrito”.
Al matricularse, la persona encargada de admisión le mencionó que el profesor que dictaría el seminario era una eminencia del tema. Según Sepúlveda, el comentario estaba muy lejos de parecerse a lo que enfrentaría en esas seis horas de clases.

Estaba consternado. Menciona que no podía entender que había pagado casi 100 mil pesos por una clase que, a su juicio, no lo valía. Fue ahí cuando decidió buscar en internet más información sobre este lugar, encontrando un reportaje realizado por The Clinic, el que hace una directa crítica a algunas de esta prácticas y relata un excéntrico mundo detrás de diversos personajes que componen el cuerpo de distintos institutos de terapias alternativas, entre ellos, el Instituto Humanista Transpersonal, junto a su fundador Andrés Yáñez.
Cuenta que para el segundo sábado que quedaba le encargaron leer un artículo de 27 páginas sobre la meditación integrativa. “El profesor dijo exactamente lo mismo, solamente repitió los ejemplos que estaban en el documento, más encima se confundía con los conceptos que hablaba. Ahí yo dije ‘esto no puede ser más chanta’. Lo único que hizo fue aprenderse de memoria el artículo y con eso hizo un seminario de 95 mil pesos”, relató.
La dudosa formación de los profesores se confirma también en el Instituto Humanista Transpersonal. Una de las personas que se encuentra dentro de la malla docente es Matías Bouyer Sarmiento, quien dice contar con un certificado expedido por la Universidad Internacional de Naturopatía que, como se mencionará más adelante, es propiedad del fundador del Colegio de Terapeutas, Juan Ramón Rodríguez. No obstante, al recopilar mayores antecedentes de esta entidad se pudo comprobar que el centro educativo que dice estar ubicado en Estados Unidos y contar con centros acreditados en distintos países, realmente no existe.

Calidad puesta en duda
En 2016, Carla Ángeles se fue de Santiago a vivir a la comuna de Futrono. Había transcurrido poco tiempo desde que se tituló de Trabajadora Social en la Universidad Central de Chile, pero sentía la necesidad de dedicarse a un tema que le apasionaba aún más: la medicina complementaria. Con el cambio de ciudad vio la oportunidad de dar un giro en su vida y como tenía el interés de continuar sus estudios empezó la búsqueda de algún instituto que le permitiera aprender métodos de sanación naturales de una forma integral y profesional.
En este seguimiento que realizó a institutos que contaran con una buena reputación en la formación de técnicos, encontró en redes sociales que el llamado “Colegio de Terapeutas” impartiría un Diplomado en Terapias Naturales de cinco meses en Valdivia, con un valor de 500 mil pesos, más 100 mil pesos por costos de matrícula. A pesar de que el periodo de estudio era breve, Carla vio una buena oportunidad para poder iniciarse en este entorno.
Al ver que el diplomado estaba a cargo de lo que ella creyó que era el gremio de terapeutas complementarios y que los cursos serían impartidos en un hotel por supuestos profesionales competentes del área, decidió juntar la suma de dinero que le pedían y, entusiasmada, se matriculó en esta disciplina que tanto le atraía.
Su decepción fue mayor al darse cuenta de que la realidad era muy distante a la formación de excelencia que prometían en el anuncio de internet. Carla explica que los contenidos eran muy precarios y básicos en relación al alto costo del diplomado, que faltaban materiales esenciales para aprender una correcta manipulación de ellos con los futuros pacientes y, sumado a ello, que los profesores a cargo contaban con una insuficiente experiencia para la enseñanza. “En el fondo, era todo muy chanta (…) Por ejemplo, no llevaron la caja de esencias, que eran cosas muy básicas, todo se presentaba con una precariedad increíble. Finalmente me tuve que comprar los imanes de biomagnetismo, los implementos de auriculoterapia, otra compañera llevaba las Flores de Bach, o sea, ni siquiera teníamos un papel impreso, el dueño no invertía en nada”.
Luego de tres meses de clases y al no recibir una respuesta frente a las necesidades de los alumnos, Carla Ángeles, junto a seis compañeras, se presentaron en el Sernac de la Región de Los Ríos e ingresaron un reclamo en contra del Colegio de Terapeutas por “incumplimiento de las condiciones contratadas”. Dice que, en relación a lo que se prometía en el acuerdo, nunca vieron una solución o una respuesta transparente de parte del dueño del centro de capacitación por los compromisos no cumplidos.
La ex estudiante asegura que hay un aumento de este tipo de institutos, como también un continuo interés de la gente por educarse en el tema. Por ello, “estos centros de formación debieran ser absolutamente fiscalizados siendo del área de terapia de salud o de salud integral, pero que tengan una regularización, una fiscalización, un protocolo”.
Dentro del sitio web del Colegio de Terapeutas se menciona que no se necesitan estudios previos en salud para poder cursar las carreras o diplomados que se imparten. Ante esto, surge la interrogante de qué tan competentes son los terapeutas que salen titulados de este centro que solo reciben formación en sus aulas.
De acuerdo con información obtenida por Ley de Transparencia al Servicio Nacional del Consumidor, el Colegio de Terapeutas registra desde el 2015 al 2020 un total de 25 denuncias por “incumplimiento en las condiciones contratadas”. siendo la entidad que suma más reclamos a nivel nacional. Pero este no es el único centro de terapeutas complementarios con reclamos, ya que se suman otros 12 institutos con denuncias sobre cursos y/o capacitaciones en terapias complementarias.
No obstante, la falta de formalidad dentro del centro no afecta solo a los estudiantes, sino también a los profesores. Andrés Covili, técnico enfermero, fue contactado por Juan Ramón Rodríguez, dueño de la institución, para ser relator del diplomado en Flores de Bach por seis meses, esto en la sede matriz en Providencia. Cuenta que él se mantuvo realizando sus clases con normalidad, hasta que un grupo de estudiantes se le acercó para realizar preguntas sobre la seriedad de la formación educativa. “Me empezaron a hacer preguntas referentes a la membresía en el colegio y a qué tan válido era el certificado que se entregaba. Con el tiempo me fui dando cuenta de que había muchas cosas que se ofrecían que no eran más que fantasías, como la membresía en el gremio o el certificado que ellos entregaban, el que supuestamente era una poderosa herramienta de inclusión laboral”, mencionó.
Luego de que Covili investigara lo solicitado por sus alumnas, les aclaró que los títulos entregados no contaban con validez oficial por parte de organismos como, por ejemplo, el Ministerio de Educación. “La verdad es que no me dio la cara para mentirles, así que les tuve que decir lo que había ido descubriendo”, agregó. Luego de esta información, las alumnas levantaron un reclamo en contra del instituto, lo que terminó perjudicando al profesor frente a Rodríguez, generando su desvinculación de la entidad.
Posterior a esta experiencia, Andrés Covili, quien actualmente se encuentra certificado en el Registro Nacional de Prestadores de Salud como Naturópata, decidió exponer la experiencia de su paso por la institución en el foro Reclamos.cl, donde los acusó de publicidad engañosa. Luego de su publicación, su asombro fue mayor cuando empezó a recibir múltiples comentarios de ex estudiantes e incluso profesores, quienes también reconocían falencias en el centro.
Respuestas a la denuncia de Andrés Covili en Reclamos.cl. Posiciona el cursor sobre el costado de la imagen para avanzar. Haz click en la imagen para ampliar.
Si bien el naturópata recibió respuestas de apoyo de personas que no continuaron sus estudios en el lugar, hubo algo que lo sorprendió: “No se adhirieron ex alumnos (titulados), porque lo que me dieron a entender es que, en el fondo, era un desprestigio para ellos”, relata.
| Títulos atractivos y un gremio inexistente
“¿Quieres ser terapeuta complementario? Formaciones breves y rentables para trabajar de inmediato”.
Esa es la frase de presentación que se lee en el sitio web del Colegio de Terapeutas, supuesta institución formativa que asegura contar con 20 años de experiencia en el rubro. Desde su inicio a la fecha, cuentan con 1.309 “colegiados” formados con carreras de duración de hasta un año y medio, diplomados de tres y cursos breves, lo que les ha permitido funcionar con estudios que carecen de formalidad.
A pesar de que en su sitio web se asegura que la institución fue “constituida legalmente en Chile el año 2000”, este, este documento demuestra lo contrario (pinchar el link anterior para encontrar anotaciones). Desde 2015, fecha en que este centro se constituyó como empresa, hasta ahora se han presentado en su contra 23 denuncias por “problemas de ejecución contractual” y dos denuncias por “publicidad engañosa o falsa” ante el Sernac, según consta en la respuesta a una solicitud de Transparencia realizada para esta investigación.
La falta de regulación en la calidad del servicio educativo de terapias complementarias, junto al atractivo y facilidad que existe por hacer de esto un negocio, permitió que Juan Ramón Rodríguez, de 67 años, fundara cuatro centros de estudios del mismo rubro: el Colegio de Terapeutas, el Instituto de Hipnosis Clínica, la Escuela Internacional de Arte Terapia y la Universidad Internacional de Naturopatía (en relación a esta última, anteriormente se mencionó que en base a una investigación, se comprobó que su existencia no es real). Además, su nombre aparece vinculado como gerente del ya inexistente Instituto de Psicología de Santiago, según información del portal de directorios de empresas chilenas, Mercantil.
Sin embargo, las quejas formales de ex estudiantes mediante el Sernac y foros de internet por la presunta mala calidad del servicio que ofrece Rodríguez, no son las únicas. El Colegio de Psicólogos de Chile publicó en 2011 un comunicado (pinchar el link anterior para encontrar anotaciones) sobre un centro que estaba publicitando e impartiendo la carrera de Psicología sin ningún tipo de autorización educativa, ni menos con la acreditación de calidad de sus procesos internos, esto refiriéndose al ex Instituto de Psicología de Santiago.
Autobiografía de Juan Ramón Rodríguez en Mindaliacongresos.com. Haz click en la imagen para ampliar.
Ante esto, la vicepresidenta nacional del Colegio de Psicólogos, Isabel Puga, mencionó que estas situaciones están en un límite oscuro que muchas veces es difícil de fiscalizar, ya que “no existe nada claro, todo lo que es postítulo o diplomado opera con la ley del libre mercado. Muchas veces enviamos un par de comunicados para ordenar este tema, pero estos cursos están en ese límite, ya que la palabra terapia no es facultativa de la psicología”.
Pese a este hecho y lejos de ser un obstáculo para seguir con su negocio, el propietario continuó ampliando los ejes del Colegio de Terapeutas, ofreciendo una serie de programas educativos en donde los aranceles pueden llegar a costar hasta $2.250.000. (Para conocer en profundidad las temáticas y cursos dictados en la institución, revisar la imagen interactiva a de abajo).
Pincha sobre los íconos interactivos para más información. Imagen interactiva creada en base a la información disponible en la página del Colegio de Terapeutas.
Durante la pandemia de Covid-19, el Colegio de Terapeutas continuó impartiendo sus formaciones, logrando sacar provecho de esta circunstancia con contenidos básicos y con una modalidad teórica que no coincide con la práctica presencial que se necesitaría, por ejemplo, para la masoterapia, que consiste en el tratamiento de diversas enfermedades y lesiones a través de técnicas de fricción en el cuerpo.
Así lo aseguró Yeniffer Ríos, quien llegó a este centro en noviembre del 2019 a través de una publicidad en las primeras recomendaciones de Google. Su interés estaba en el aprendizaje de la masoterapia y afirma que “se veía una página bien elaborada, te hacía sentir confianza, su experiencia, los años. Lo ves como una escuela seria donde vas a salir preparado”, comentó la ex estudiante, quien pagó casi $600 mil pesos por una formación de seis meses.
Luego de reunir el dinero que le pedían depositar en una cuenta bancaria de cliente particular, Yeniffer se vio obligada a retrasar este proyecto que la tenía muy entusiasmada, esto por complicaciones en su embarazo.
Los meses pasaron y el tiempo coincidió con el inicio de la cuarentena en Santiago, por lo tanto, surgieron dudas en cuanto a cómo sería la modalidad de enseñanza.
Pero su desconcierto inició cuando la contactaron para enviarle el contrato, menciona que “no era un contrato modificado a la situación. Ya había comenzado el tema de la pandemia, pero tenía dudas respecto a la modalidad, porque yo pagué mi curso cuando sí era presencial”, agregó. (A la derecha se puede observar el tipo de contrato que realiza el Colegio de Terapeutas con sus alumnos).
Finalmente inició sus estudios en mayo del presente año, sin saber cuántas clases iba a tener, ni los días, ni con qué frecuencia se realizarían. “Estuve estudiando sola, viendo videos, leyendo guías y esperando ansiosa las clases en vivo, porque pagué la carrera de forma presencial, por eso esperaba tener interacción con los profesores”, afirmó Yeniffer. Pero, durante los primeros tres meses que se mantuvo estudiando esta técnica, no exenta de riesgos y efectos secundarios, solo en tres ocasiones contó con la orientación de profesores. “En una clase hubo una chica que escribió como sugerencia que necesitábamos más clases en vivo, mayor interacción porque estamos estudiando solos, pero Juan Ramón Rodríguez nunca contestó”, aseguró Ríos, quien menciona que esa fue su primera experiencia estudiando algo de este tipo.
Modelo de contrato firmado entre los alumnos y el Colegio de Terapeutas. Posiciona el cursor sobre el costado de la imagen para ver la siguiente página. Haz click en la imagen para ampliar.

La engorrosa situación vivida, sumada a la poca seriedad del servicio y del dueño, se suma la pertinencia profesional de los educadores del centro.
Dentro del sitio web de la institución figuran 20 docentes encargados de dictar clases de acupuntura, biomagnetismo, reiki, terapia floral, entre otros; no obstante, a pesar de que estas pseudociencias dicen estar ligadas con el bienestar físico y mental de las personas, apenas dos de ellos se encuentran acreditados por el Ministerio de Salud como terapeutas complementarios en el área de Naturopatía y Homeopatía. Es decir, 18 de los profesores no cuentan y/o se desconocen las competencias para la enseñanza terapéutica. Sin embargo, del total de ellos cuatro sí tienen profesiones afines a la salud, como enfermero, psicólogos y kinesiólogo, todos acreditados por el Registro Nacional de Prestadores Individuales de la Salud.

Riesgo inminente
Según los últimos datos que arrojó públicamente en 2020 el Sistema de Reportes Estadísticos Mensuales (REM), a cargo del Departamento de Estadísticas y Dirección de Salud del Minsal, el estimado de terapeutas complementarios que ejercieron en los servicios públicos de todo el país fue de 29.163 personas. Dicha cifra no cuenta el total de los otros 13 profesionales de salud que también prestaron asistencia en el ejercicio de las terapias reguladas y no reguladas. Entre las temáticas de origen de atención más concurridas se encuentran el área de salud mental, rehabilitación física y consultas espontáneas.
Para María Paz Bertoglia, médica y doctora © en Salud Pública, la inclusión de las terapias complementarias en hospitales y centros de atención primaria es preocupante y asegura que antes de seguir permitiendo la incorporación de terapeutas, es necesario que estas disciplinas cuenten con evidencia científica y con centros de formación debidamente regulados. “Acá estamos hablando de educación, pero también de salud, y eso creo que es parte de las características de nuestro país, que tiene y propicia un modelo en el que intenta que los mercados se autorregulen, pero eso es imposible. Aquí falta regulación y la regulación la tiene que entregar el Estado”, expresó Bertoglia, quien también es la creadora del blog médico de pensamiento científico, EtilMercurio.
Video con la opinión de Bertoglia sobre la inserción de la medicina complementaria en el sistema público de salud.
A diferencia de la postura de Bertoglia, Rodrigo Aranda, médico y acupunturista acreditado por el organismo de salud, aseguró que Chile no se encuentra muy atrasado en materia de regulación en comparación con otros países. “Es cosa de tiempo, no es algo imposible, este fue el proceso de otros Estados que partieron como nosotros. Aquí se inició bastante bien, porque se hizo una regulación al respecto, en cambio, hay países europeos que llevan más de cincuenta años con medicinas complementarias y no hay regulación, lo puede ejercer cualquiera”, afirmó Aranda, quien también ha sido parte de comisiones parlamentarias en asuntos de terapias, buscando la “expansión y masificación de acupunturistas en la red de asistencia pública”.
Sumado a ello, quien también comparte los dichos de Aranda es el representante del Colegio Médico, quien sostiene que, a diferencia de los centros privados de salud, el sistema público toma más resguardos al momento de ofrecer estas prácticas.
Para entender en mayor medida el impacto que causan las terapias alternativas en Chile, se elaboró un video explicativo con los datos más relevantes sobre su inserción y aplicación en el sistema de salud público.
Según los datos entregados por la cartera de salud, del total de atenciones que se brindaron en 2020, apenas el 11% se realizó con los tres tipos de terapias reguladas que existen en el país. Es decir, el 89% restante fueron terapias realizadas que carecen de una validación y reconocimiento oficial, sumado a que gran parte de ellas -como las flores de Bach, el reiki o el biomagnetismo- no tienen respaldo científico alguno sobre su efectividad.
Respecto a los datos anteriores, al consultar la visión del Ministerio de Salud, se nos derivó con la División de Políticas Públicas Saludables a cargo de María Paz Grandón, quien solo aceptó enviar su respuesta a través de correo electrónico. El argumento que sostiene es que actualmente no existe prohibición para efectuar prestaciones con terapias complementarias que no se encuentren reconocidas o reguladas, por lo tanto, no se estaría cayendo en una irregularidad. De acuerdo al decreto 90 “aquellas personas que cumplan con la formación teórica-práctica establecida por este reglamento pueden ser habilitados para ejercer.”
A las posturas en cuanto a la regulación en la formación de terapeutas, se suman los posibles riesgos de estas prácticas, en donde incluso la incorrecta prescripción de hierbas medicinales podría derivar en posibles efectos secundarios. Igualmente, se habla del peligro que existe cuando las personas recurren a un terapeuta sin antes haber consultado con los profesionales apropiados. “Me ha tocado ver pacientes que se han atendido con masoterapeutas porque tienen un lumbago o una dorsalgia, en el fondo van por un masaje descontracturante pensando que son solo nudos, pero la cosa no era tan fácil y llegan peor”, sostuvo Patricio Guzmán, kinesiólogo dedicado a la rehabilitación deportiva, quien también plantea que muchas veces esto sucede por la “ignorancia de los pacientes” en cuanto a temas de salud.
Frente a eso, Grandón sostiene que para que el Minsal tome acción frente a estas malas prácticas, el deber del paciente está en denunciar. “Las personas deben denunciar frente a la SEREMI de Salud respectiva si se ha sentido vulnerada en su proceso terapéutico, puesto que es importante controlar la práctica de estas terapias y resguardar la salud de la población”.
Yeniffer Ríos tiene claro que para ejercer debe tener precauciones y conocimientos adecuados. Pero, en relación al aprendizaje de masoterapia que tuvo de manera online, considera que “no es suficiente, porque trataremos con el cuerpo, la anatomía y hay muchas consecuencias de hacer estos masajes. La forma en que lo imparten no es para que tú seas un profesional terapeuta, te faltaría mucho para eso”, mencionó la ex estudiante del “colegio”.
Dentro del manifiesto internacional titulado “Las pseudoterapias matan”, publicado en octubre y firmado por 2.750 profesionales de la salud de todo el mundo, entre ellos seis chilenos, también se habla sobre el inminente riesgo de las terapias complementarias, mencionándolas como un “negocio altamente persuasivo” e “incapaz de dar curas milagrosas”. En él se relatan casos de personas fallecidas por un incorrecto uso de las terapias alternativas en la salud, destacando entre ellas la historia de Jacqueline Alderslade, quien a sus 55 años abandonó su medicación para el asma reemplazandolo con cápsulas homeopáticas por recomendación de su terapeuta, lo que terminó por matarla.
“La homeopatía es agua con azúcar, es uno de los negocios que por muchos años ha ganado billones de dólares anuales, eso porque mucha gente se termina convenciendo y terminan consumiéndolo, mientras abandonan el otro tratamiento. El negocio de la formación de psicoterapeutas también lo es”, agregó Bertoglia, quien fue una de los médicos que firmaron el manifiesto.

Fiscalización
Si bien existen institutos informales que han solicitado regularizar su situación ante el Ministerio de Educación, muchas veces estas instancias terminan siendo rechazadas por antecedentes como falta de información en asuntos de matrícula, deserción, empleabilidad, estructuras organizacionales y criterios de selección en la calidad de la docencia. Así lo confirma la solicitud del Instituto Sunshine en 2014, que buscaba establecerse como un proyecto institucional en el estudio de Técnico de Nivel Superior en Naturopatía con menciones en Homeopatía, Consejería Psicológica y Nutrición.
Por otro lado, hay otros centros que abiertamente dicen no buscar ser una institución reconocida por el Mineduc, prefiriendo educar estudiantes fuera del sistema. Una de las organizaciones que así lo confirma es el Instituto Clínico ILPA, quienes en su sitio web, en el apartado de “Acreditación y Legalidad”, mencionan que “casi todas las escuelas importantes de medicina natural de los últimos 20 años, y que formaron parte de instituciones educacionales acreditadas, han muerto”.
Finalmente, esta hoja en blanco permite que los institutos informales puedan funcionar con ciertas libertades y determinaciones autónomas que dependen únicamente de cada institución.
Dentro de todo, el único precepto estatal que se ha mantenido constante y que, de cierta manera, regula el ejercicio de personas capacitadas en el empleo de tres de estas terapias, que son la acupuntura, la homeopatía y la naturopatía, autoriza su ejercicio tras el desarrollo de pruebas voluntarias y estandarizadas, con preguntas sobre contenido calificado para cada una de ellas.
Se necesita cumplir con ciertos requisitos para poder acceder a este examen, uno de ellos es haber efectuado un programa de estudios de un mínimo de 1.600 horas. Sin embargo, los centros de formación también estarían fallando en esto.
“Para acceder a la convocatoria del Ministerio de Salud debíamos contar con una cantidad de horas específicas en estudios de naturopatía, pero nuestras horas no daban, en nuestra carrera no cumpliamos con el mínimo, fue ahí cuando empecé a preocuparme”, aseguró Lidia Díaz sobre el instituto acreditado IDMA y su autorización sanitaria para naturópata.
(Para mayores antecedentes sobre los artículos que rigen las terapias reguladas y los requisitos de acceso a las pruebas estandarizadas, se recomienda mirar la infografía se encuentra a la derecha, la cual fue elaborada en base a los decretos de ley sobre terapias complementarias).
Además, quienes hagan ejercicio de estas prácticas médicas sin la debida autorización del Minsal (sean terapias reguladas o no reguladas), ni que tampoco posean un título oficial desde un establecimiento de educación superior reconocido por el Mineduc, podrían recibir una sanción que consiste en una “multa de un décimo de unidad tributaria mensual, hasta mil unidades tributarias mensuales” esto de acuerdo con lo establecido en el artículo 174 del Codigo Sanitario (DFL 725).
Es decir que las sanciones recaen solo en las personas que quieran ejercer estas disciplinas sin las autorizaciones sanitarias correspondientes, pero no en los institutos informales que ofrecen estos estudios sin las certificaciones del organismo estatal de educación.
“Hoy cualquier institución de educación debe tener un respaldo, deben pasar por un proceso de acreditación, es decir que deben demostrar que su enseñanza está bajo los parámetros de calidad, pero actualmente con estos centros informales no tenemos esa posibilidad”, aseguró el especialista en educación superior, Juan Carlos Larenas.
Por otro lado, el médico Rodrigo Aranda coincide en que sí existe un déficit en cuanto a la formalidad en estos centros, pero cree que esto pasa por la falta de vínculos entre estos institutos informales de medicina complementaria y el Ministerio de Educación. “Todo está en un limbo, no hay nadie que fiscalice las escuelas, porque el Minsal lo que hace es reconocer aquellos centros que tienen más tradición, pero no hay un organismo fiscalizador de instituciones de este tipo, porque no hay puentes ni vínculos entre las escuelas de medicina complementarias y el Mineduc”, argumentó el acupunturista que cuenta con un instituto no regularizado de medicina oriental, la Escuela de Medicina China Clásica San Bao.
En materia legislativa, el diputado Celis asegura que sí hay un interés en el Congreso por legislar y regularizar el área educacional de las pseudoterapias, pero de igual manera manifiesta que éstas deben tomar más peso en el Código Sanitario. Desde su punto de vista, “en la medida que exista el reconocimiento formal a que las medicinas complementarias son alternativas sanitarias, allí se va a tener que regular el ejercicio de la prestación, los prestadores y también la formación de estos”.
Si bien, los expertos tienen visiones dispares sobre la implementación de las terapias complementarias en la red de salud pública, coinciden en la necesidad de una regulación capaz de responder a las exigencias de los alumnos de los centros de formación y de los ciudadanos interesados en este tipo de tratamientos médicos.
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Los estudiantes alegan también un protocolo de denuncia formal hacia estos centros a organismos públicos, ya que el rol del Sernac solo es de mediador entre ambas partes, pero no fiscaliza ni sanciona estas prácticas de educación informal. Se suma a ello la importancia de tomar acción con estas instituciones que finalmente están educando para “recuperar, mantener e incrementar el estado de salud y bienestar físico y mental de las personas”, esto según la descripción sobre “Prácticas Médicas Alternativas” que da el Ministerio de Salud.
Ante esto, el director de la carrera de Técnico en Salud y Terapias Naturales del acreditado Instituto del Medio Ambiente (IDMA), Fernando Zúñiga, reconoce que sí están al tanto de ciertas denuncias contra el centro y que, por lo mismo, como institución siempre procuran generar espacios de diálogo con sus estudiantes, pero admite que no todo está dentro de sus facultades. “Puede haber un proceso de disconformidad frente al que no podamos hacernos cargo, porque va más allá de lo que uno podría abordar, simplemente requiere una reestructuración profunda que no está en nuestras manos como instituto, sino que son regulaciones que dependen más allá de nosotros”, afirmó.
Por otro lado, Andrés Yáñez, fundador del Instituto Humanista Transpersonal, que actualmente funciona sin el marco regulatorio del Ministerio de Educación, dice que su centro educativo en los diez años que lleva funcionando jamás han recibido denuncias de estudiantes, “por fortuna jamás hemos recibido mala onda de alguien”, aseguró.
En cambio, sí mencionó que en 2011 el Colegio de Psicólogos le envió algunas cartas acusándolo de ofrecer programas de formación para psicólogos, sin ser una institución legalmente reconocida y sobre esto Yáñez se defiende y acusa que ellos no incurrieron en ningún error. “Simplemente es una propuesta distinta que por supuesto debe molestar a los grupos establecidos que son dueños de tantas cosas, dueños de la salud y dueños de la verdad”, afirmó el también director del centro de rehabilitación en drogadicción, Saviatierra.
Los dichos de Yáñez se contrarrestan con lo explicado por la vicepresidenta del Colegio de Psicólogos, quien asegura que el rol profesional es complejo, por lo tanto no cualquiera puede enseñar o atender pacientes con prácticas que tengan que ver con salud mental, en especial cuando es instruido por profesores que emplean mecanismos similares a las sectas, tales como el “sentido de pertenencia” o la “sugestión compartida”.
Cabe mencionar que en 2011, dos de los centros de formación de Juan Ramón Rodríguez también fueron parte de una declaración pública del ente regulador de los psicólogos, tal como se relató previamente. Para este reportaje se intentó contactar en varias ocasiones a Rodríguez para contrastar los testimonios de sus ex estudiantes y las normas educativas bajo las que se encuentra funcionando su centro, sin embargo, hasta el cierre del reportaje no hubo respuesta directa de él, solo de la encargada de administración del Colegio de Terapeutas, Lissette Carvajal.
Mencionó que recibieron las solicitudes de entrevista, pero que el director no contaba con el tiempo suficiente. “Aquí tenemos más de seis carreras, diez cursos, diplomados y él tiene que intervenir en muchas clases, en eso está de lunes a domingo, todo el día”, contestó. Desde el Instituto Profesional de Chile (IP) tampoco se obtuvo una respuesta.